Barbára Wajszczuk - Argentina (9.IV.2002)                                       
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Frío y gris

Estuve pensando en Dachau desde que supe que iba a ir a Alemania.Viaje a Polonia. Sueno cumplido. Ya estoy feliz.

Siempre me sentí interesada por las historias de los campos de concentración y visité Auschwitz y Majdanek. Pero había algo más: Dachau, Alemania. Allí había muerto un pariente mío y allí quería estar.

Después de mi intenso viaje por Polonia, finalmente empecé mis vacaciones de dos semanas en Alemania. Poco antes de volver decidí quedarme y así lo hice por casi cuatro meses. Estuve sonando despierta todo el tiempo. Y gracias al trabajo de mi novio los viajes comenzaron...

München. Ciudad hermosa si las hay. Mi novio trabajaba, entonces me ocupé de recorrer la ciudad, como cada una de las que visité, por mi cuenta. Hasta que un día vi un folleto en el hotel: "Visitas guiadas en inglés al campo de concentración de Dachau". Y yo ni siquiera sabía que estaba cerca !!!

Asi fue que me levanté temprano y me fui al tour. Allá fui a encontrarme nuevamente con mi pasado. El clima parecía que se había hecho cómplice de la situación: Frío y nublado. Gris.

En este campo no hay elementos personales de los prisioneros como las que uno puede ver en Auschwitz. No hay barracas de madera como las de Majdanek. Fue todo destruído. Sólo hay un par de barracas reconstruidas, asi como los crematorios.

Mucho verde. Mucho vacío. Pero ahí había estado sufriendo detenido y enfermo mi apellido. El apellido de mi padre. El apellido de mi abuelo. Mi historia.

Karol Leonard Wajszczuk fue tío de mi abuelo. Cura detenido y asesinado en Dachau. Y casualmente, una de las pocas celdas que quedan en pie en Dachau son las celdas de los curas...

Ahí estaba yo sintiendo una angustia que no había sentido en otros campos. Había visto cosas increíbles, fotos desgarradoras y evidencias de lo que sucedía en esos lugares que sólo hacen que a uno se le estruje el alma. Pero en Dachau no hay esta clase de cosas y así y todo mis emociones eran mucho más fuertes.

Llegué a las tumbas colectivas. Católicos y judíos. Jóvenes y viejos. Sanos y enfermos. Polacos y de otras partes del mundo. La vida de cientos de hombres estaban allí, en esas tumbas colectivas que descansan en el verde jardín.

Todas mis emociones se juntaron. Las cosas que venían pasando dentro mío desde hacía más de un ano cuando empecé a planear mi viaje a Polonia, estaban ahí a flor de piel. Estaba sola, con mi pasado y mi historia y el aire enviciado de dolor en un día lluvioso en el lugar en donde, junto con cientos de hombres, vivió esta parte de mi historia por un ano y medio. Todo se juntó y sentí que el corazón no aguantaba más y lloré por primera vez por mi apellido.

Decidí abandonar el tour y quedarme por más tiempo en el campo. Prendí una vela dentro de una de las tantas capillas que hay y dejé constancia de mi visita en un libro. Y me quedé a buscar lo que era el principal objetivo de este tour: los documentos de prisionero de Karol Wajszczuk y su primo Felix Wajszczuk. Y esperé en una oficina rogando que esa información no se haya perdido o haya sido destuida al finalizar la guerra. Los encontré.

Así volví a München a ver a mi novio, con una sensación de sueno cumplido, con los registros en mi mano y dejé el campo con muchas emociones que latían dentro mío. Misión cumplida.

Fue uno de los días más intensos de mi vida. Hacía frío, llovía y el día estaba gris. Parecía que el clima se había hecho cómplice.

Sí lo fue: fue la manana del 11 de septiembre de 2001.

Y yo volví.

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